21 de enero de 2010

"Pacificación" presidencial en América Latina Noam Chomsky



LA JORNADA DEL 3 DE ENERO,2010





















Barack Obama es el cuarto presidente estadunidense en ganar el
 Premio Nobel de la Paz y se une a otros dentro de una larga
 tradición de pacificación que desde siempre ha servido
 a los intereses estadunidenses.Los cuatro presidentes
 dejaron su huella en "nuestra pequeña región de allá,
 que nunca ha molestado a nadie" como caracterizó
 al hemisferio el secretario de Guerra, Henry L. Stimson,

 en 1945.
Dada la postura del gobierno de Obama hacia las elecciones
 en Honduras de noviembre último, vale la pena examinar
 el historial.
Theodore Roosevelt
En su segundo mandato como presidente,
 Theodore Roosevelt dijo que "la expansión de pueblos
de sangre blanca
o europea durante los pasados cuatro siglos se ha visto
 amenazada por beneficios duraderos para los pueblos
 que ya existían en las tierras en que ocurrió dicha
 expansión" (pese a lo que puedan pensar los africanos
nativos americanos, filipinos y otros "beneficiados" puedan creer).
Por lo tanto, era "inevitable y en gran medida deseable
 para la humanidad en general, que el pueblo estadunidense
 terminara por ser mayoría sobre los mexicanos" al conquistar
 la mitad de México, además de que "estaba fuera de toda
 discusión esperar que los (texanos) se sometieran a la
 supremacía de una raza inferior".
Utilizar la diplomacia de los barcos artillados para
robarle Panamá a Colombia y construir un canal
 también fue un regalo para la humanidad.
Woodrow Wilson
Woodrow Wilson es el más honrado de los presidentes
 galardonados con el Nobel y posiblemente,
 el peor para América Latina. Su invasión a Haití en 1915 mató a miles, prácticamente reinstauró la esclavitud y dejó a gran parte del país en ruinas.
Para demostrar su amor a la democracia,
Wilson ordenó a sus marines desintegrar
 el Parlamento haitiano a punta de pistola en represalia
 por no aprobar una legislación "progresista" que permitía
a corporaciones estadunidenses comprar el país caribeño.
El problema se remedió cuando los haitianos adoptaron
 una Constitución dictada por Estados Unidos, redactada bajo las armas de los marines. Se trataba de un esfuerzo que resultaría "benéfico para Haití", aseguró el Departamento
de Estado a sus cautivos.
Wilson también invadió República Dominicana para
garantizar su bienestar. Esta nación y Haití quedaron
 bajo el mando de violentos guardias civiles.
 Décadas de tortura, violencia y miseria en ambos países
 fueron el legado del "idealismo wilsoniano", que se convirtió
en un principio de la política exterior estadunidense.
Jimmy Carter
Para el presidente Jimmy Carter, los derechos humanos
 eran "el alma de nuestra política exterior".
 Robert Pastor, asesor de seguridad naciona
l para temas de América Latina, explicó que había
importantes distinciones entre derechos y política:
 lamentablemente la administración tuvo que respaldar
 el régimen del dictador nicaragŸense Anastasio Somoza,
 y cuando esto resultó imposible, se mantuvo en el paí
s a una Guardia Nacional entrenada en Estados Unidos
, aun después de que se habían perpetrado matanzas
contra la población "de una brutalidad que las
naciones reservan para sus enemigos", según señaló
 el mismo funcionario, y en que murieron unas 40 mil personas.
Para Pastor, la razón es elemental: "Estados Unidos
 no quería controlar Nicaragua ni ningún otro país
 de la región, pero tampoco que los acontecimientos
se salieran de control. Quería que los nicaragŸenses
actuaran de forma independiente, excepto cuando esto podía
 afectar los intereses de Estados Unidos".
Barack Obama
El presidente Barack Obama distanció a Estados Unidos
 de casi toda América Latina y Europa al aceptar
el golpe militar que derrocó a la democracia hondureña
en junio pasado.
La asonada reflejó "abismales y crecientes divisiones
políticas y socioeconómicas", según el New York Times.
Para la "reducida clase social alta", el presidente hondureño
Manuel Zelaya se había convertido en una amenaza para lo
 que esa clase llama "democracia", pero que en realidad es el gobierno de "las fuerzas empresariales y políticas más fuertes del país".
Zelaya adoptó medidas tan peligrosas como el incremento
del salario mínimo en un país en que 60 por ciento
de la población vive en la pobreza. Tenía que irse.
Prácticamente solo, Estados Unidos reconoció las elecciones
de noviembre (en las que resultó victorioso Pepe Lobo);
las que se celebraron bajo un gobierno militar
 y que fueron "una gran celebración de la democracia",
 según el embajador de Obama en Honduras, Hugo Llorens.
El apoyo a los comicios también garantiza para
 Estados Unidos el uso de la base aérea
de Palmerola, en territorio hondureño,
cuyo valor para el ejército estadunidense se incrementa
 medida de que está siendo expulsado de la mayor
parte de América Latina.
Después de las elecciones, Lewis Anselem,
 representante de Obama ante la Organización
de Estados Americanos, aconsejó a los atrasados latinoamericanos
 que aceptaran el golpe militar y secundaran a Estados Unidos "en el mundo real, no el el mundo del realismo mágico".
Obama abrió brecha al apoyar un golpe militar.
 El gobierno estadunidense financia al Instituto
Internacional Republicano (IRI, por sus siglas en inglés) y al Instituto Nacional Democrático (NDI, por sus siglas en inglés) que, se supone, promueven la democracia.
El IRI regularmente apoya golpes militares para derrocar
 a gobiernos electos como ocurrió en Venezuela, en 2002,
y en Haití, en 2004. El NDI se ha contenido.
En Honduras, por primera vez, éste instituto
acordó observar las elecciones celebradas bajo
un gobierno militar de facto, a diferencia de
 la OEA y la ONU, que seguían paseándose por el mundo del realismo mágico.
Debido a la estrecha relación entre el Pentágono y el ejército de Hondura
s, así como la enorme influencia económica estadunidense
 en el país centroamericano, hubiera sido muy sencillo
para Obama unirse a los esfuerzos de latinoamericanos
 y europeos para defender la democracia en Honduras.
Pero Barack Obama optó por la política tradicional.
En su historia de las relaciones hemisféricas,
 el académico británico Gordon Connell-Smith escribe:
 "Mientras se habla de dientes para afuera en favor
 de una democracia representativa para América Latina,
Estados Unidos tiene importantes intereses que
van justo en la dirección contraria", y que requieren
 de "la democracia como un mero procedimiento,
 especialmente cuando se celebran elecciones que,
 con mucha frecuencia, han resultado una farsa".
Una democracia funcional puede responder a las
preocupaciones del pueblo, mientras "Estados Unidos
está más preocupado en coadyuvar las condiciones más
favorables para sus inversiones privadas en el extranjero".
Se requiere una gran dosis de lo que a veces se conoce como "
ignorancia intencional" para no ver estos hechos.
Una ceguera así debe ser celosamente guardada si es
 que se desea que la violencia de Estado siga su curso y
 cumpla su función. Siempre en favor de la humanidad,
como nos recordó Obama otra vez en su discurso al recibir EL PREMIO NOBEL

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